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Residencias De Ancianos
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Publicado el 2/3/2012
¿Son las residencias de
ancianos accesibles a todas las clases sociales?
¿Una residencia es el último hogar con dignidad de un anciano o un retiro para no causar molestias a la familia? |
Dentro
de este cambio demográfico, respecto al tema que estamos tratando, tiene
especial interés el llamado envejecimiento del envejecimiento. Este término
alude a la creciente proporción de los mayores de 80 años respecto al conjunto
de la población envejecida. Es en este grupo de edad donde son más frecuentes
las enfermedades que producen incapacidad y por tanto dependencia.
El propósito
de esta publicación es de ayudarle a tomar conciencia de nuestros hábitos de
vida, así como facilitar la ubicación de
los artículos publicados en los diferentes medios Escritos, Televisión y Radio.
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Lasresidencias de ancianos
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Los
centros residenciales son hoy en día parte importante en la atención de los
ancianos, especialmente entre aquellos que presentan alta dependencia. En
algunos casos y por diversas circunstancias la provisión de cuidados que necesitan
algunos ancianos se realiza en estos centros. No debemos olvidarnos sin
embargo, que debe ser un objetivo prioritario desde enfoques sociales o
sanitarios facilitar la permanencia de los mayores en sus domicilios, en el
seno de sus familias y su entorno, siendo la alternativa residencial necesaria
cuando esto no sea posible.
¿Qué
son las residencias de ancianos?
La
definición que dio el INSERSO de las residencias se refería a ellas como
centros que ofrecen atención integral y vivienda permanente a personas mayores
de 60 años que, por su problemática familiar, social y/o económica, no pueden
ser atendidos en sus propios domicilios y necesitan de estos servicios.
Las
residencias hoy en día son centros donde se atienden necesidades sociales,
sanitarias y de cuidados a numerosos ancianos, que por diversas circunstancias,
fundamentalmente soledad o pérdida de autonomía, precisan de asegurar dichos
cuidados fuera del domicilio. Dicha atención se presta en ocasiones de forma
temporal o de forma permanente hasta el final de la vida del residente.
En
dichos centros los cuidados son proporcionados por parte de un grupo cada vez
más amplio y diverso de profesionales, teniendo cada vez más un enfoque no
estrictamente custodial del anciano. Hoy en día nuestras residencias, muy
diferentes de los antiguos asilos de ancianos, deben basarse en la atención no
sólo de las necesidades de cuidados básicos, alojamiento y hostelería del
residente sino en la promoción de su autonomía, dignidad y desarrollo personal.
¿Por
qué son necesarias las residencias?
En
las últimas décadas hemos asistido a un aumento considerable en el número de
residencias y en su capacidad de oferta de plazas, tanto desde la vertiente
pública como desde la iniciativa privada. Sin embargo y a pesar de este aumento
de la oferta, aún existe un desajuste respecto a las necesidades para dar
cobertura a una creciente demanda social.
SON VARIOS LOS FACTORES QUE HAN CONTRIBUIDO,
EN MAYOR O MENOR MEDIDA A ESTE CAMBIO:
En
primer lugar, el envejecimiento de la población que, como se ha comentado en
otros capítulos de esta serie, ha supuesto un incremento considerable en
términos absolutos y relativos de los mayores de 65 años. Dentro de este cambio
demográfico, respecto al tema que estamos tratando, tiene especial interés el
llamado envejecimiento del envejecimiento. Este término alude a la creciente
proporción de los mayores de 80 años respecto al conjunto de la población
envejecida. Es en este grupo de edad donde son más frecuentes las enfermedades
que producen incapacidad y por tanto dependencia. Esta dependencia es un factor
que puede llevar al anciano a recibir cuidados en una residencia, cuando no
existe suficiente apoyo familiar o social para dar soporte en el domicilio.
Otro
factor fundamental es el referido a los cambios sociales producido en el seno
de la familia. Los llamados cuidados informales proporcionados a nuestros
mayores dependientes, aún hoy en día son fundamentalmente dados en las familias
por las mujeres. De hecho el prototipo de cuidador del anciano dependiente en
nuestro país responde al de una mujer, generalmente hija, en torno a los
cincuenta años, ama de casa y con un nivel cultural bajo. Llama la atención la
escasa proporción de casos, uno de cada diez, donde el cuidador principal es un
varón. Es evidente que los cambios en el rol de la mujer en la sociedad y su
incorporación al mundo laboral, está suponiendo una paulatina disminución de
este prototipo de cuidados poniendo en crisis este modelo tradicional.
Sin
embargo los cambios en el seno de la familia tradicional no solo afectan a las
mujeres. El modelo de familia tradicional también está cambiando con familias
de menor tamaño o mono parentales o con mayor separación geográfica entre
generaciones. Además existe cada vez más un sentimiento de reclamación hacia
los poderes públicos, para que se proporcionen estos cuidados en instituciones
cuando tradicionalmente eran dados en la familia.
En
último lugar, es de reseñar que existe aún un insuficiente desarrollo tanto
desde el punto de vista social como sanitario de elementos de apoyo que
reduzcan esta necesidad. Son insuficientes aún los recursos sociales
alternativos de apoyo a los cuidadores o al anciano con diversos grados de
dependencia, que permitan que este permanezca en su domicilio y se reduzca la
necesidad a acudir a una residencia salvo en casos inevitables. Además desde el
punto de vista sanitario existe un insuficiente desarrollo de la medicina
geriátrica y de recursos asistenciales para prevenir o paliar la incapacidad.
¿Qué
necesidades deben cubrir las residencias?
Planteamos
de forma genérica las tendencias actuales de atención en medio residencial de
una manera ideal, teniendo en cuenta la gran heterogeneidad de estos centros en
cuanto a dotación y medios. Hoy en día las residencias son centros donde se
tiende a ofrecer servicios de atención integral a sus residentes, por encima de
aspectos reducidos a un mantenimiento de los cuidados básicos, alojamiento y
hostelería.
Debemos
comenzar hablando de las necesarias adaptaciones arquitectónicas a las
limitaciones físicas y cognitivas de algunos ancianos. Estas modificaciones
deben proporcionar seguridad física y evitar restricciones a la autonomía de
los residentes. Se debe conseguir la máxima accesibilidad a los
diferentes entornos. Las modificaciones ambientales deben también favorecer la
orientación personal y finalmente facilitar los cuidados y la labor del
personal que proporciona los cuidados.
La
promoción y el mantenimiento de la autonomía física del anciano dentro de la
residencia, la detección y seguimiento de necesidades médicas, la intervención
psicosocial sobre el residente y sus familias junto con la oferta de
actividades que favorezcan la socialización y esparcimiento de sus habitantes
son los puntos de intervención que progresivamente se van implantando en estos
centros. Muchas residencias están dotadas hoy en día de diferentes profesionales
que desde las perspectivas, entre otras, de la medicina, enfermería,
fisioterapia y terapia ocupacional, psicología y asistencia social. Todos ellos
colaboran de manera conjunta y coordinada en proporcionar estos cuidados
complementarios junto con el personal auxiliar de atención directa al
residente.
Aunque
en menor medida, también es relativamente importante una
adecuada decoración del entorno en
el que se encuentran sus residente. Debe buscarse un entorno alegre y relajado,
que permita una convivencia agradable y placentecera. En ocasiones esto no se
tiene en cuenta en la medida en la que sería adecuada.
¿Son
necesarias más residencias?
Sin
duda, en este momento parece existir un déficit de plazas residenciales si
tenemos en cuenta los ratios de plazas disponibles en España, comparados con
los parámetros de otros países Europeos y desarrollados. La oferta disponible,
según los últimos datos, se acerca a las 190.000 plazas que suponen 2,98 plazas
por cada 100 mayores de 65 años. En los países de nuestro entorno económico, la
media de plazas por cada 100 personas mayores de 65 es de 5,1.
Tenemos
por tanto, en nuestro país, una población anciana que vive mayoritariamente en
su domicilio y sólo en torno a un 3% de los mayores de 65 años reside en
centros institucionales. Existe además una creciente demanda de este recurso,
del que nuestro país esta menor dotado con respecto a otros países de su
entorno económico. Existen además amplias diferencias geográficas, según las
diferentes comunidades autónomas, en la accesibilidad a este recurso.
Aunque
es cierto que hacen falta más plazas en residencias, no es menos cierto que es
necesario un mayor desarrollo de otras iniciativas y alternativas que hagan
frente a la necesidad de cuidados del anciano dependiente como se ha comentado
anteriormente.
Además
dentro de las plazas residenciales existentes, en contra de las necesidades
actuales, muchas de ellas se crearon para ancianos válidos que buscaban seguridad
dentro de los centros, frente a la incertidumbre de la vejez. Dicha
incertidumbre, con el suficiente apoyo familiar o social permitiría el
mantenimiento del anciano en su domicilio.
Si
bien todavía aparecen en los medios de comunicación, esporádicamente y de
manera excepcional, noticias sobre centros Semi Clandestinos donde no se ofrece
una atención digna a los mayores, la realidad actual es otra. La gran mayoría
de nuestras residencias dentro del sector público y también en el sector
privado, que es sometido a la regulación de las administraciones, se encuentran
en los estándares de ofrecer una atención de calidad al residente.
Gracias
a la evolución que han tenido en los últimos años esta alternativa residencial,
como hemos comentado necesaria en ocasiones para asegurar los cuidados del
mayor, es necesario incluirla entre los dispositivos que debe proporcionar una
sociedad en la atención al anciano.
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